El manifiesto del Tesista (wiki´style)

La cosa está así, hoy es mi cumpleaños y por lo tanto tengo una especie de «inmunidad sentimentaloide». Por ello cuelgo el principio de un textito que hice en el tren a Madrid, intentaba ser un primer vertido de ideas para un manifiesto, pero dado que no soy el único tesista, pues colgué el texto en un wiki para que cualquiera a quien le interese le pueda meter mano. De todas maneras, aquí pongo mis dos o tres pensamientos a manera de provocación y para empezar el año que deseo sea bueno para todas y todos.

Tesista: Sobre el antes y después de la identidad

Hace un par de años, yo vivía en un departamento de dos habitaciones que contaba con el siguiente equipamiento: televisión con cable, cadena de música, videocasette y DVD. Manejaba un golf rojo; no miraba los precios de las cosas en el supermercado y solía comprar vino y delicatessen (en México). Salía de viaje en cada periodo vacacional, muchas veces al extranjero, y tenía ahorros en el banco. Pude haber seguido el camino “lógico” de la estabilidad y el confort que da un trabajo fijo: comprarme una casa, cambiar de auto cada tantos años, casarme, tener hijos y dedicarme a ver cómo mi panza crecía mientras bromeaba sobre el hecho cada fin de semana en fiestas organizadas en mi casa. Y sin embargo, decidí que eso no era lo mio. Ahora vivo en un piso compartido, a duras penas llego a fin de mes, compro la gama de productos más económicos que puedo encontrar en el supermercado (que a su vez es el más barato que hay en la ciudad) y me desplazo en transporte público (el cual intento no usar mucho por el costo). Sin embargo, no puedo ser más feliz, ahora vivo en una ciudad que me reta, en un barrio multicultural y polifacético que con el sólo hecho de caminar por sus calles basta para aprender algo todos los días[1]. Pero sobre todo, vivo feliz porque estoy haciendo lo que desde hace años quería hacer: una tesis doctoral. En estricto sentido, esta es la tercera vez que soy tesista; al finalizar la licenciatura hice un chiste de cien páginas de cuyo nombre no quiero acordarme. En la maestría elaboré un primer intento de tesis que era ingenuo y hasta superficial pero que me resultó interesante[2]. Y he aquí que llego a la única que realmente vale, la de doctorado. Comienzo una carrera de fondo: tres años de obstáculos, a contrarreloj, Y esta vez espero que no acabe, ni en una broma de mal gusto, ni en una “salva académica”.

La ciencia con aproximación artesanal.

El sentirme universitario me conforma, las librerías despiertan una especie de lujuria por el conocimiento, las bibliotecas me parecen cuevas del tesoro y los pasillos universitarios siempre han sido la pasarela a muchas de mis locuras.

Concibo la práctica académica como los artesanos entienden su vida, un poco un oficio, un poco una aspiración artística, mucho amor y entrega total. Al mismo tiempo, esta exploración es una forma de buscarme a mi mismo, de pensarme, de conocerme y de buscar, no ya tanto respuestas, sino preguntas cada vez más inteligentes y más relevantes (aunque sólo sea para mi). Es la necesidad de dar una visión del mundo que me rodea, más allá del formato de una (re)presentación,

Como planteaba Perec: yo me acuerdo que cuando me di cuenta que quería hacer esto, ya era demasiado tarde para querer hacer otra cosa. Yo nunca pretendí ni soñé ser académico, aunque teniendo dos padres que lo eran, las probabilidades jugaban en mi contra sin duda, pero de niño, como todo niño que se precie de serlo, quería ser piloto o bombero[3]. Y sin embargo, siempre un poco de rebote, con esa condición de serendipiti que siempre acompaña a las grandes decisiones de la vida, un día desperté en una maestría y siendo asistente de investigación de alguien que cree en la investigación como modo de vida. Y así fue, que un buen o mal día, como uno de tantos, supe que esto era lo que quería hacer para el resto de mi vida. La investigación es un eufemismo personal para lo que siento y considero que es la necesidad de dar sentido a la vida, como lo hace un artista, o al menos así lo quiero y lo escojo querer.

Mi madre, que cuando nací estaba a la mitadde su carrera,siempre cuenta la anécdota de que cuando era pequeño no podía dormir si ella estaba estudiando, la única forma de conseguirlo era acostándome entre libros, en su escritorio, mientras ella continuaba con sus tareas y trabajos. Siempre he querido creer que en esta anécdota está la semilla de mi vocación. Alguna vez leí por ahí que si uno nace en una cuna de madera y es enterrado en un ataúd de oro, es que su vida fue buena. Parafraseando la máxima desde un punto de vista menos trágico podría decir que si de bebé dormía entre libros y de viejo lo sigo haciendo es que mi vida ha valido la pena.

Debo reconocer así mismo que nunca he sido un estudiante especialmente brillante, en la carrera me especialicé en jugar con la política académica y es un juego que conozco y con el que suelo divertirme de vez en cuándo pero que no me interesa tanto como el leer y escribir por el mero gusto ocioso de aprender algo nuevo. Me gusta admirar a alguien que no conozco por sus pensamientos hechos palabras y el pensar que alguien pueda tener la misma sensación con las palabras que yo escribo es un reto y una satisfacción constante.

Reflexiones ontológico-financieras de los tesistas.

“Esto de ser tesista es un coñazo” dijo una persona que en el fondo no quiere dejar de serlo (me parece que para no sentir que su curiosidad absoluta pierde su carácter mítico). Otros quieren aprovechar su condición de tesistas para entrenarse lo más posible y poder entrar a la carrera académica como el primero de su clase, algunos más, lo ven como un mero trámite burocrático para certificarse en su trabajo o una forma de justificar la beca que les dieron. Supongo que todos, en algún momento u otro, lo vemos de cada una y de todas de estas maneras. Todos, con más o menos méritos, somos doctores en potencia, doctores virtuales, futuros miembros de la reducida élite mundial que no toma decisiones ni logra cambiar al mundo pero que, contraponiendo la tesis once de Marx sobre Feuerbach, no sólo se dedica a contemplarlo sino a formular preguntas y sugerir respuestas que nos recuerden los problemas que como seres humanos, debemos atender. Aspiramos a ser “curiosos remunerados” y tener la dicha de cobrar por leer y escribir (aunque el cobrar sea más un acto simbólico dada la precariedad actual de la academia) y para ello aceptamos cualquier condición, cualquier situación. Somos estudiantes, investigadores, becarios y tesistas pero también limpiamos vidrios de galerías, servimos copas en bares de alterne, transcribimos entrevistas de otros, traducimos textos malísimos, pegamos cartelitos en el estadio del equipo que más odiamos. Asumimos roles alternativos para financiarnos: mensajeros, pintores, cuidaniños, asistentes de fotógrafos, maestros de policías, barrenderos, vendedores de libros, periodistas freelance, secretarias, padres e hijos[4]. Nos quejamos constantemente y suspiramos ante la posibilidad de tener dinero suficiente como para cenar fuera cuando nos apetezca, ir al cine una vez a la semana o comprarle un regalo a la novia o al novio

Y sin embargo, entre tesistas; compartimos, competimos, nos apoyamos y admiramos, nos reconfortamos, nos retamos y de esta forma crecemos juntos, nos queremos y nos odiamos, nos enlazamos y criticamos, nos abandonamos y nos regresamos. Somos casi una subacademia, una que no ha perdido del todo la esperanza de hacerlo mejor cuando lleguemos a la primera división. Tenemos miedo de entrar en una academia que es sólo política, que se saca los ojos por los escasos recursos, una que es sólo precariedad y burocracia. Y sin embargo, firmaríamos nuestra pertenencia a ese colectivo sin dudarlo ni un solo instante.

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[1] Ciudad en la que, como dato cultural, la desnudez no está penada legalmente.

[2] Quizá la primera tesis sobre “cibercultura” que se hizo en México, diez años ha de ello.

[3] Cuando tuve capacidad de decisión me encontré con la música y desde entonces no he dejado de quererser músico, y aunque lo fui por algún tiempo (incluso dejé la escuela por una gira que no se realizó porque la mayoría de mi grupo, en una votación al límite, escogió mi futuro por mí). Ahora sé que la pasión es una cosa de momentos, y algún día regresaré, pero la música será mi amante, no mi esposa.

[4] Cada una de las actividades recién reseñadas han sido efectuadas por personas que conozco personalmente o actividades que yo mismo he hecho (o sigo haciendo).