La «customización» de la identidad

Un post que tenía aparcado desde hace rato y que se relaciona estrechamente con algunas de las cosas que he estado trabajando últimamente (léase críticas a la Web 2.0). La reflexión surge de una conversación que tuvimos Elisenda y yo con María Bakardjieva, ella contaba que le preocupaba un poco esta cuestión de las redes sociales en las que el perfil del usuario se reducía a una lista de favoritos. En mi reciente incursión a Facebook me di cuenta que más o menos todos los perfiles eran parecidos: películas, libros, intereses y al pensar en llenar estos campos me di cuenta que lo que estaba a punto de hacer era copiar mis listas, por ejemplo de Flickr. Maria decía que el problema es que algo tan complejo, en movimiento y rico en posibilidades como la identidad (yo agregaría, tan poco objetivable) era reducido a una mera lista de productos y gustos, es decir, se «operacionalizaba» al materializarla en los «gustos» (que además están relacionados, o al menos apuntan, al mainstream de la “cultura”). No hace falta ser un genio para ver el potencial de análisis de mercado que tiene para los dueños de las plataformas que seguramente tienen unas estadísticas gigantes y en tiempo real de lo que está de moda y con ello, al tenerlo ya en formato digital, pueden hacer los cruces que quieran. Por ejemplo, a las personas que les gusta Radiohead y García Márquez, tienen redes más grandes y mayor intercambio de mensajes que aquellos a los que les gusta el nigeriano Femi Kuti y las pelis de Amos Gitai. Es un ejemplo extraño lo sé pero si la “identidad” en las redes sociales se puede leer en clave empresarial, entonces el discurso sobre la conexión con pares a través de gustos (ese rollo de “comparte tu mundo con el mundo”) podría parecerse más al paraíso de las empresas de mercadeo que al ágora griega. Aunque de esto, hay quienes saben más.